Extracto de la película Saturno 3 (1980)
Los jóvenes de los años 50 disfrutaban de sesiones dobles de cine con películas como:
El hombre del planeta X (1951),
El monstruo de tiempos remotos (1953),
La humanidad en peligro (1954)..., películas que venían en lotes en los que de doce sólo una reunía ciertos méritos. Luego estaban los clásicos de mayor calado que, por sí solos, creaban largas colas en las taquillas:
Ultimátum a la Tierra (1951),
La guerra de los mundos (1953),
Planeta prohibido (1956),
El increíble hombre menguante (1957)... Pero yo por entonces no podía ir al cine, no había nacido. De ahí que mis recuerdos de niñez estén más llenos de las películas de las décadas de los 70 y 80, que sólo realizaban pequeños guiños a sus predecesoras, pues sus creadores creyeron mejor el renovarse y renacer a través de guionistas prestigiosos o de novelistas adoptados por el cine, como es el caso de este
Saturn 3 (1980), cuyo guión escribiera Martin Amis, autor de la reconocida novela
El libro de Raquel (1973), o atreverse a inventar todo un mundo nuevo de efectos especiales, como hizo George Lucas para realizar
La Guerra de las galaxias (1977), absorbiendo con ella las aventuras de las tiras de Flash Gordon y las novelas futuristas de Buck Rogers, juntándolas con el cine oriental de samuráis, además de añadirles algo del
western clásico, como en aquella conocida escena del altercado en la cantina. Pero recordemos algunas de las mejores cintas de esa época:
Encuentros en la tercera fase (1977), una gran superproducción que abandonó la serie B para convertirse en algo más serio;
Alien, el octavo pasajero (1979), un trabajo que unió una gran calidad técnica con una maestría para crear cine artístico, de imágenes plásticas, transmisoras de sensaciones: claustrofobia, angustia, miedo al espacio exterior y a las criaturas que pudieran nacer en aquellos planetas tan alejados..., aunque sí he de decir que la película usó un viejo truco de los 50, el de acercar la ciencia ficción al genero del terror;
Blade Runner (1982), basada en el libro
¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, escrito en 1968 por Phillip K. Dick;
Tron (1982), precursora de un subgénero cinematográfico: el de la realidad virtual...
Cuando pensamos en el cine de ciencia ficción es inevitable traer a la memoria a
Isaac Asimov, que fue un pródigo novelista a la vez que un incansable divulgador científico, y esto ocurre porque sus relatos son muy cinematográficos, su narrativa produce la sensación de estar viendo una película. Él inventó las tres leyes de la robótica, no lo olvidemos. No dudo que muchas de sus obras se conviertan en el futuro en grandes producciones cinematográficas, es más, lo deseo. Aunque ya esto se ha producido con mayor y menor suerte
: Yo, robot (1950) se convirtió en película en 2004,
El hombre bicentenario (1976), en 1999.
No cabe duda que
los guionistas del cine, antes de serlo, fueron ávidos lectores de libros. Y los de ciencia ficción, puedo decirlo casi con certeza, hubieron leído a autores como
Arthur C. Clarke, que en 1968 escribió
2001: Una odisea espacial, o al genial
H.G. Welles, poseedor de una imaginación portentosa, sus novelas son puro entretenimiento:
La máquina del tiempo (1895),
El hombre invisible (1897),
La guerra de los mundos (1898), todas ellas posteriormente llevadas al cine.
Los personajes de la ciencia ficción tienen los mismos problemas que cualquiera de los mortales, sólo que a veces les surgen nuevos, productos de la fantasía en que se ven sumergidos, como le ocurre al joven Martin McFLy en
Regreso al futuro (1985), que puede quedarse sin vida si no consigue que sus padres inicien un noviazgo que él ha impedido por casualidad en su viaje en el tiempo al pasado; pero la solución es mundana, de este mundo, sólo tiene que hacer que se enamoren. También puede ocurrir que la ficción científica sólo sea un fondo que poco tiene que ver con el nudo de la trama, como es el caso de
Atmósfera 0 (1981), que pudiera haber sido un
western que transcurriera en una mina de California, en lugar de en una mina explotada en un satélite de Júpiter; parece así un futurista
Sólo ante el peligro (1952).
Solamente me resta decir que no olvido las décadas de los 60 y posteriores a los 90 en cuestión de ciencia ficción cinematográfica, pues largometrajes como
2001: una odisea espacial (1968),
El planeta de los simios (1968),
Gattaca (1997),
The Matrix (1999), son por sí solos dignos de mención y estudio aparte. Igualmente es interesante el mundo de los robots en el cine, que, desde la manipuladora María de
Metrópolis (1927), ha tenido muchos rostros: Gort, de
Ultimátum a la Tierra (1951); R2
-D2 y C-3PO, de
La guerra de las galaxias (1977); los cylons, de
Galáctica, estrella de combate (1978 y 2004); Data, de
Star Trek: la próxima generación (1994); Gigolo Joe, de
A.I. Inteligencia Artificial (2001), el sensible Wall-e, de
Wall-e (2008)…
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Cartel promocional de la película Saturno 3 (1980)
Saturno 3 (1980) es considerada una película menor, dirigida por Stanley Donen, creador de clásicos como Cantando bajo la lluvia (1952) o Lío en Río (1984). Sin embargo, tiene el extraordinario mérito de haber impactado a millones de niños de principios de los ochenta, que temblaban de miedo ante Héctor, el robot que se enamoraba de una humana; por cierto ¡vaya nombre el de Héctor! Bonito donde los haya bonitos. Pero continuemos, todos los robots anhelan la capacidad de poder sentir, si no pregúntenselo a Wall-e, de la estupenda Wall-e (2008). O a aquel robot-casa de la recomendable y escalofriante Engendro mecánico (1977), que incluso quería tener descendencia. Pero Saturno 3 se valía de la novedad, pues nunca habíamos visto un robot tan mecánico en acción, la animación por stop-motion de la destrucción de Terminator (1984) aún estaba por venir. Saturn 3 tiene momentos interesantes, goza de algunos logrados ingredientes de la ciencia ficción: en el futuro tomaremos pastillas para sentir emociones fantásticas, haremos viajes interplanetarios, temeremos a los científicos chiflados capaces de generar inteligencia artificial destructora y dominante, tendremos que buscar en el espacio otros planetas que contengan los recursos que hemos dilapidado en la Tierra...
Fotografía de la actriz Farrah Fawcett
Hablaré ahora de las impresiones que tengo de los actores protagonistas de Saturno 3. La bella Farrah Fawcett no tuvo una buena acogida en el cine, venía de la televisión, donde era toda una estrella, y no pudo hacerse un hueco a su medida en el séptimo arte. Es de esos descalabros artísticos que nunca he entendido, ya que podía ser una estupenda partenaire. La considero una artista malograda. Descanse en paz, tras su reciente muerte.
Kirk Douglas es siempre Kirk Douglas, es El ídolo de barro (1949), es Ulises (1954), es Espartaco (1960), es el marinero de 20000 leguas de viaje submarino (1954), es el coronel Dax de Senderos de gloria (1957)… Un actor inmortal, para la posteridad. Contaba con 64 años de edad cuando realizó Saturno 3.
Harvey Keitel es un actor redescubierto en Reservoir dogs (1992) y Pulp fiction (1994), que sufrió un revés en su carrera al ser sustituido en Apocalypse now (1976) por Martin Sheen, algo que le resultó humillante. En la película construye un odioso antagonista para el héroe. Realiza una interpretación efectiva.
Yo veo a Saturno 3 como un thriller futurista con dos buenos villanos, uno humano y el otro androide, con un clímax interesante, al que me lleva una de las preguntas que me hace la película: ¿cuánto puede durar una relación de pareja con una diferencia de edad tan grande? No me resultaría extraño que, con el tiempo, tal vez alguien redescubra la cinta y se la empiece a considerar óptimamente, llegando a subir un escalafón y convirtiéndose en película de culto. No deje de visionarla si tiene ocasión.
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Observemos, por último, algunas imágenes icónicas del cine de ciencia ficción, valorando la enorme fuerza visual que tienen:
Fotograma de la película Ultimátum a la Tierra (1951)
Cartel promocional de la película Planeta prohibido (1956)
Fotograma de la película 2001: una odisea espacial (1968)
Diferencias entre las naves espaciales de Galáctica (1978) y Galáctica (2004)
Imagen digital del personaje Wall-e
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Tina Majorino (dedicado a la joven actriz. Su primera publicación fue en Lycos, en 2003).
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Una recopilación de películas que forman parte de la vida de muchos.
ResponderEliminarSaturno 3 no me gustó demasiado. No tiene ese carácter visionario, alegórico que sí aparece en Planeta prohibido, Naves misteriosas o (palabras mayores) 2001.
Cae más dentro de la categoría del cine de acción.
Una excelente recorrido por el cine de ciencia ficción.
Ah, tal vez tenga razón, Saturno 3, una película de serie b, abanderada del cine de ciencia ficción..., le queda largo. Pero los recuerdos de niñez pueden demasiado... Ahí la dejo, para los niños de los 80.
ResponderEliminarExiste un artículo sobre Planeta prohibido (1956)en la página:
ResponderEliminarhttp://auladefilosofia.net/2010/11/02/wilcox-forbidden-planet-planeta-prohibido-1956/
Y otro de 2001: una odisea del espacio (1968)en:
http://auladefilosofia.net/2009/05/09/kubrick-2001-una-odisea-del-espacio/
Sobre Naves misteriosas (1971)escribí yo con mucho cariño:
http://elperiodicomasbreve.blogspot.com/2011/04/cuidemos-las-plantas.html
Tengo cierto miedo de sacar extractos de películas como Matrix o Star Wars, por aquello de los vídeos que la Warner retira de Internet por derechos de autor.
Un saludo.