domingo, 4 de noviembre de 2012

Cada película a su tiempo

A veces me he encontrado con alguien, un familiar o un conocido, viendo la televisión, puede que en casa, en el descanso de un trabajo, en un hospital, en cualquier sitio, vaya, y le he escuchado decir algo así como: “Mira, una película antigua, qué tonterías tenían esas películas”, o: “Eran ingenuos en esa época para tragarse eso”. En algunas etapas por las que pasa el cine, como si fuera un ser vivo que se nutre de lo que le rodea, pueden desarrollarse series de largometrajes con un mensaje parecido; esto tiene una relación directa con el momento histórico en el que se ruedan, de ese modo, llegan a las pantallas con una misión concreta (su objetivo puede no funcionar con nosotros, otro público lejano a su momento). Me gustaría compartir con vosotros algunas de esas películas que pudieron llenar una necesidad que tenía el público, y que, en ocasiones, no eran tan ingenuas ni estúpidas, pues cumplían una misión de esperanza, o de enviar un mensaje patriótico, acaso también de hacer reír a una población que pasaba miserias y que pedía ser feliz al menos una tarde al mes. Ahí va la pequeña lista:

Fotograma de la película El hombre mosca (1923), el que cuelga es Harold Lloyd
El cine nació como un entretenimiento. Desde el principio juntaba los ingredientes que gustaban al público, dejaba al margen los movimientos literarios, las escuelas filosóficas, los mensajes realistas o deprimentes de los grandes pensadores, el cine se concentraba en fabricar sueños. ¿Sabéis por qué el cine mudo fue en su gran mayoría cómico? Tras la I Guerra Mundial (1914-1918), la gente quería evadirse, y qué te ayuda más a eludir la realidad que una buena comedia: Roscoe Arbuckle (ver nota 1), Charlie Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy, recorrían el mundo en el interior de varios rollos de película, alegrando un poco las vidas de millones de personas que habían perdido en la Gran Guerra a un amigo, incluso a un hermano, a un novio, a un padre, etc. (sabemos que el dolor de perder a un hijo no hay arte que lo cure). Los espectadores no necesitaban un drama, su vida era ya una tragedia.

 Chico, Zeppo, Groucho y Harpo: Los hermanos Marx
Tras la gran depresión económica de finales de los años 20 del siglo pasado siguieron años de terrible escasez, la falta de trabajo y alimentos dejó a muchos americanos con una mueca triste en su rostro. Los hermanos Marx llegaron primero con su vodevil a los escenarios de media América y luego a las pantallas de los teatros con sus mejores gags. El público se lo agradeció acudiendo en masa a las salas. Una entrada tenía un precio más asequible por esas fechas, no existía la televisión ni el vídeo doméstico, y la radio, aunque emitía versiones de las películas más populares, muchas veces con las voces de los protagonistas originales, era el objeto más preciado, no todos se lo podían permitir. Además, el poder del cine era mucho mayor.

Fotografía de promoción para la película Flying Tigers (1942)
A la llegada de la II Guerra Mundial (1939-1945), reclutar soldados dispuestos a luchar por la patria se convirtió en una necesidad primordial. Quién mejor que el Aquiles moderno para llamar al alistamiento de masas: John Wayne. Tigres del aire (1942), en plena ebullición del conflicto, contaba los antecedentes del enfrentamiento Japón-EEUU y fue una de las numerosas películas que Hollywood usó para esparcir la propaganda patriótica de apoyo a un país que requería urgentemente frenar la invasión alemana en Europa y contestar a un caprichoso Japón que quería hacerse con el pacífico; los aviadores de la unidad Flying Tigers eran voluntarios, América aún no había entrado oficialmente en la Guerra; No eran imprescindibles (1945) hablaba de sacrificio y fue estrenada el año de la bomba de Hiroshima, tras la rendición de Japón, narraba hechos posteriores al ataque japonés de Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941). En estas y otras películas de su tiempo, el héroe podía morir pero dejaba atrás una contribución esencial para su país, un logro, un mensaje que significaba: lo que hacemos está bien, es lo justo, liberamos al mundo de un mal. A veces el arrojo de los valientes dura poco, y los que sobreviven, con numerosas heridas, muchas veces lisiados para siempre, pueden recriminar al héroe que los animó a la lucha. Ocurrió con John Wayne, al visitar a un grupo de veteranos de guerra en un encuentro que los homenajeaba, fue abucheado por todos los presentes, ninguno quiso escuchar su sermón.

Fotograma de la película It's a wonderful life! (1946) con James Stewart
Acabada la mortífera II Guerra Mundial, comenzó la reconstrucción de un mundo derruido, las esperanzas eran todas, cualquier cosa era prosperidad, edificios, plazas, fábricas, vehículos… estaban por levantar. El hombre se adaptó pronto al carro de la ilusión, y quién mejor que el fabuloso y buenazo a partes iguales de Frank Capra para liderar la oferta de mensajes optimistas: ¡Qué bello es vivir! (1946) se quedó en la retina de todos, el personaje que interpretaba James Stewart tenía una nueva oportunidad para enmendar su vida, solucionar los problemas que le llevaron a pensar en la muerte. Es una película llena de buena voluntad: la vida tenía sentido, después de todo.

Fotograma de la película All that heaven allows (1955) con Rock Hudson y Jane Wyman
En la época de mayor bonanza económica, los provechosos años 50, los espectadores empezaron a demandar dramas y ahí estaba Douglas Sirk para dárselos. Sólo el cielo lo sabe (1955) y Obsesión (1954) son dos esplendorosos ejemplos. No había mujer que no llorara viendo aquellos amores imposibles entre Rock Hudson y Jane Wyman. Probablemente Sirk fue el mejor director dentro del género dramático que tuvo Hollywood. Escrito en el viento (1956) es también otra de sus obras maestras. Es esta la época en que Alfred Hitchcock consigue llenar todas las butacas gracias a las grandes dosis de suspense que ofrecía en películas como: Con la muerte en los talones (1959). El espectador nunca estuvo más abierto a toda clase de géneros: policiaco (Atraco perfecto, 1956), histórico (Ben-Hur, 1959), western (Río Bravo, 1959)… Había llegado la televisión y el cine tenía que ofrecer algo más, sonido estereofónico, grandes paisajes, nacía el cinemascope, la pantalla panorámica: La túnica sagrada (1953), todo un canto a la épica religiosa que arrasó en las taquillas ese año.   

  Parte del póster original de la película Missing in action (1984). El cine más mentiroso
En la extraña y más dolorosa metedura de pata que significó la Guerra del Vietnam, los EEUU, con la excusa de poner freno al comunismo en Asia, intervinieron en Indochina sembrando muerte allá por donde fueron. Su soldadesca fue terriblemente sacudida por los ataques de la guerrilla del Vietcong. La edad media de los combatientes americanos era de 19 años, durante la Segunda Guerra Mundial había sido de 26. Acabado el conflicto (que duró 10 largos años, 1965-1975), nació un subgénero cinematográfico: Guerra de Vietnam, El cazador (1978) o Apocalypse now (1979) muestran la cara amarga de la guerra y sus consecuencias. Lo peor de todo es que hubo un tipo de cine, una propuesta del ala más conservadora de los EEUU, en el que parecía que los americanos ganaban una guerra que jamás ganaron: Desaparecido en combate (1984).

Tyrone Power en 1937, con 24 años de edad
Estos filmes que he expuesto son sólo algunos de los muchos ejemplos que vienen a hablarnos de las ilusiones, miedos o deseos que ha tenido el público en distintas épocas: el amor idealizado de Tyrone Power, para las mujeres, o el cuerpo de Marilyn Monroe, para los hombres, estaban en la mente de muchos en la oscuridad de la sala, las historias que vivían en la pantalla podían ser lo de menos, siempre que Tyrone conquistara a una damisela y se quedara con ella al final, y que Marilyn se contoneara un poco en cada película. Hemos visto juntos con qué sentimientos esperaban llenar una tarde o una noche una vez al mes, o, con más suerte, una a la semana. Yo mismo ocupé muchos deseos y fantasías siendo un adolescente con cintas como Regreso al futuro (1985) o El secreto de la pirámide (1985), que no eran otra cosa que cine de evasión para adolescentes, con una buena historia, una ejemplar puesta en escena, bien rodado, montado y publicitado, en definitiva: cine optimista, eso fue lo que me tocó en los 80. ¿Qué te ha tocado a ti?

(1) Roscoe Arbuckle fue expulsado de la meca del cine por las acusaciones de violación y asesinato sin demostrar y de las que fue absuelto, muchas de sus películas fueron destruidas.

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