La nueva película dedicada al personaje de videojuegos Lara
Croft está basada en un juego del 2013, del que copia de forma correcta muchas
escenas y añade otras nuevas. Los aficionados aseguran que es fiel a ese
relanzamiento del videojuego de esta asaltadora de tumbas, cuyo primer título
apareció en 1996.
Sobre el título de este largometraje (Tomb Raider), tengo que explicar que se pronuncia /tuːm ˈreɪ.dər/. La “b”
de “tomb” es muda y la primera vocal suena como una “u” española larga. Así es
el inglés, tiene cosas raras.
La actriz dramática Alicia Vikander tiene tres años más que
los que tenía Angelina Jolie en 2001, cuando dio vida por primera vez a este
personaje. Hay quien dice que es mejor actriz que Angelina; yo pienso que le ha
dado un toque un poco más serio al personaje, nada más. En las películas de Angelina,
Lara Croft era más una caricatura con aires chulescos. Eso sí, las acrobacias
que hace Lara Croft en esta película, como en el videojuego, desafían a las
leyes de la física. Si alguien hiciera eso en la vida real, acabaría pronto
criando malvas en el cementerio. Es una fantasía y así lo aceptamos.
Esta es una aventura pasable que recomiendo a los que no
hayan perdido la ilusión por tales lances, los adolescentes o personas con
espíritu joven que quieran pasar una tarde de palomitas. No es una gran
película, artísticamente hablando, y el guión, es eso, algo basado en un
popular videojuego en el que los personajes se creen cualquier chorrada sin
cuestionársela antes. No hay que tomársela en serio.
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