jueves, 9 de enero de 2020

La Huella (1972) – Crítica de la película en español




Sleuth (1972, La Huella en España) es un largometraje inteligente. Por cierto, sleuth significa detective. Se trata de la última película filmada por Joseph L. Mankiewicz, el aclamado director de películas como Eva al desnudo (1950), Julio César (1953) y El día de los tramposos (1970), que son cintas imprescindibles para el estudio de cualquier cinéfilo que se precie. En el caso de este filme que trato hoy, trabaja con un magnífico guión adaptado por el propio autor Anthony Shaffer directamente de una obra teatral suya del mismo título, que estaba recibiendo buena aceptación por parte del público y la crítica de la escena teatral del momento.

Esta cinta es en sí un juego muy interesante y muy bien elaborado. Es una historia de intriga y misterio desarrollados magistralmente de una forma teatral, en el mejor sentido de la palabra. La historia juega con nosotros desde el principio, en los títulos de créditos, pero esto lo explicaré al final, en la zona de spoilers (en la que cuento momentos cruciales de este relato filmado).

Nos encontramos ante dos grandes actores británicos: Laurence Olivier y Michael Caine. Ambos representan a distintas clases sociales, el personaje de Olivier (Andrew Wyke) es un aristócrata, escritor de novelas detectivescas; Caine (Milo Tindle) da vida a un hombre que proviene de una familia humilde y trabajadora que emigró a Inglaterra buscando un futuro mejor, ahora regenta una cadena de peluquerías para señoras; casualmente, es el amante de la esposa del personaje de Laurence Olivier. Juntos iniciarán un juego apasionante del gato y el ratón, pero ¿quién es el felino y quién el pequeño roedor? Los papeles pueden invertirse a placer en esta inteligentísima historia. Nos resulta apasionante seguir los diálogos y los giros de tuerca inesperados. Nos dejamos engañar porque los juegos que nos presenta son ágiles, dinámicos y muy inteligentes. Incluso cuando creemos adivinar el final de una situación, el guión vuelve a burlarse de nosotros de una forma asombrosa, disfrutamos de ese engaño, los actores están inmensurables, perfectos.

Desde el comienzo, la música juega un papel importante, es la composición de John Addison, le recordamos por haber creado la sintonía con la que comenzaba cada episodio de la serie Se ha escrito un crimen, muy popular en los años 80. Su música en La huella me resulta magistral, un acompañamiento que nos parece narrar a su manera lo que está ocurriendo, con sus cambios de ritmo y las emociones que transmite. Fantástico.

Cuenta el mismo Michael Caine que él veía un partido de tenis en la televisión, entre toma y toma; en una ocasión, estaba viendo un partido de Wimbledon y apareció Sir Laurence Olivier, le preguntó si no trabajaba el guión, “¿Ves la televisión? Yo trabajo entre toma y toma. ¿No trabajas el guión?” “Sí, pero ya trabajé”, le contestó tímidamente Caine, “ahora estoy viendo la televisión, Wimbledon”. “¿Puedo sentarme contigo?”, preguntó Olivier. “Claro”, respondió Caine. Se sentó a su lado y vieron juntos el partido. Más tarde, al terminar el rodaje, Olivier le dijo a Caine el que para él es el mejor cumplido de su vida: “Al principio, creí que tenía un asistente en ti, ahora sé que eres un compañero completo” (en el sentido de que Caine es un profesional, un actor estupendo).

A continuación, entraré en la zona de spoilers. Este largometraje comienza con unos títulos de crédito que nos engañan. Nombran a actores inexistentes, dice presentar a un nuevo actor que va a interpretar al inspector Doppler. Magnífico engaño.

El juego con los muñecos articulados, la puesta en escena, el maravilloso escenario en el que se desarrolla todo, el trepidante ritmo con el que se mueven personajes y situaciones, todo eso nos hace olvidar que esto les está ocurriendo solamente a dos personas en el mismo escenario, la mansión de un aristócrata aficionado a los juegos de inteligencia.

Esta película es una obra de arte que no debes perderte. Si la ves y no te gusta, deja pasar unos años, quizá necesites madurar o adquirir algo de cultura cinematográfica o teatral. Si pasados unos años la vuelves a ver y descubres que sigue sin gustarte, lo único que puedo decirte entonces es que no se hizo la miel para la boca del asno.

Que tengan un buen día. Gracias. 

Vídeo en el que leo esta reseña dedicada a la película La Huella (1972)

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