sábado, 5 de mayo de 2012

Consuelo Berges, la que no recibió el pago que se le debía

Retrato de Consuelo Berges

Leyendo al autor Stendhal, La Cartuja de Parma, terminada en 1839, pensaba que aquella era una prosa exquisita, pudiera ser la perfección para mi gusto, me decía. Obnubilado por tal composición, me preocupé en indagar sobre la traducción; descubrí, con mayor admiración aún, que detrás de Rojo y Negro (1830), del mismo Stendhal, podemos encontrar a la ilustre y sufrida traductora Consuelo Berges (1899-1988). Atraído por su figura, leí las penurias que pasó en vida: Tras huir de una España en guerra, fue detenida e internada en un campo de concentración francés del que lograría fugarse…

Yo leería con placer una biografía de esta señora de las letras. En una ocasión, con 84 años y rozando la miseria económica, se le iba a conceder un diploma por sus méritos, ella contestó: “Pues como no me lo enmarquen en oro macizo... Porque ya me dirán qué hago yo con el diploma”. Existe un viejo artículo dedicado a Consuelo Berges en el periódico español El País, con fecha de 1 de noviembre de 1983: 
 
 
Después de leerlo, se pierde un poco de cariño por este país, por esta España nuestra que a menudo desprecia la cultura.

Comienzo del capítulo XXVIII de La Cartuja de Parma, de Stendhal, traducido por Consuelo Berges:

"Arrastrados por los acontecimientos, no hemos tenido tiempo de esbozar la raza cómica de cortesanos que pululan en la Corte de Parma y que hacían curiosos comentarios sobre estos acontecimientos por nosotros referidos. En este país, lo que hace a un noble con sus tres o cuatro mil libras de renta digno de asistir con medias negras a la ceremonia de salir de la cama el príncipe, es en primer término no haber leído a Voltaire y a Rousseau. Esta condición es poco difícil de llenar. Luego, había que saber hablar enterneciéndose del catarro del soberano, o de la última caja de mineralogía que éste había recibido de Saxe. Si después de esto no se faltaba a misa ni un solo día del año, si el interfecto podía contar entre sus amigos íntimos dos o tres frailes gordos, el príncipe se dignaba dirigirle la palabra una vez al año, quince días antes o quince días después del primero de enero, lo que daba al favorecido gran relieve en su parroquia, y el recaudador de contribuciones no se atrevía demasiado a vejarse si se retrasaba en la cantidad anual de cien francos con que estaban gravadas sus pequeñas propiedades."

Algunas de las numerosas obras que Consuelo Berges tradujo son:


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2 comentarios:

  1. Gracias por recordar a Consuelo Berges.

    Aquí( http://gatopardo.blogia.com/2010/110702-consuelo-berges-sobre-saint-simon.php ) publicamos su "Introducción" tan emocionante, tan rebelde y tan lúcida.

    Muchísimas gracias

    Saludos cordiales

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  2. Hola. Gracias por el comentario. Leer las traducciones de Consuelo Berges siempre es un placer. Es una maestra de la lengua castellana. No he podido encontrar la introducción en su blog, pero me agrada mucho que os haya gustado.

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