A quien pudiera interesar: Hay algo que me molesta mucho de los críticos cinematográficos de YouTube que hablan de cine clásico, y se limitan a recitar de memoria o leer directamente (de una pantalla enfrente de ellos) cosas que los críticos de épocas anteriores escribieron sobre un determinado clásico del séptimo arte, mientras te cuentan la película de principio a fin (ellos disfrutan escuchando su propia voz). Estos señores plagian las ideas de otros sin nombrarlos, y sin aportar algo nuevo e inteligente, sin tener la capacidad de observar cosas tan evidentes como que los hombres y mujeres de el oeste americano (allá por 1870, por ejemplo) no se vestían así, estas ropas que llevan John Wayne y Dean Martin en Río Bravo (1959) son propias de un vaquero de los años 50 del siglo XX. Tampoco analizan estos "expertos" asuntos tan obvios como que John Wayne es demasiado grande (de tamaño) y es un blanco perfecto cuando anda por la calle tranquilamente, mientras los villanos le apuntan con un rifle, tiene 52 años en el momento de estrenarse este largometraje, se mueve demasiado lento, y es muy mayor para ser la pareja de Angie Dickinson, que contaba con 27 años (ella podría ser la hija de Wayne), además de que ese hombre no fue nunca precisamente atractivo, no era Cary Grant, y todos sabemos que una mujer joven y bonita, en la vida real, jamás prestaría asunto a alguien con la presencia y los modales de John Wayne (a no ser que tuviera muchísimo dinero, y ella fuera una buscavidas).
Dean Martin y Walter Brennan, como siempre, están estupendos, su interpretación está muy por encima de la de los demás.
Este largometraje del director Howard Hawks es un clásico de Hollywood, cinematográficamente hablando, analizando su técnica, es estupendo, pero la cantidad de tópicos y tropos en los que cae son muchos y variados, y el personaje mexicano es de un "topicazo" impresionante, siempre servil, obedeciendo al hombre blanco (John Wayne) como si fuera su "Viernes" particular (léase Robinson Crusoe de Defoe, apología de la colonización producida por el hombre "civilizado"). Pero, claro, este crítico moderno, que solamente puede repetir como un papagayo lo que otros dijeron hace décadas, no sabe ni comprende.
Y, para terminar, eso de que un hombre conquiste a una mujer sin usar la delicadeza, no se lo cree él ni su adorado John Ford (otro que cambiaba la realidad a placer), lo cual es parte del engaño del cine de ese gran director.
Este ha sido un artículo de H. M. P. para su cuaderno El periódico más breve.
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