En los últimos años, los humanos abandonamos los libros, rechazamos al teatro, dejamos de lado al cine. Sin embargo, desde tiempo inmemorial nos ha gustado reunirnos para escuchar historias o ver sus representaciones. Puede que sean las academias modernas, que llevan varios siglos ya con las mismas reglas, las que hacen que muchas personas desprecien al teatro y los libros. ¿No son odiosas las calificaciones, la falta de diálogo y la negación de los sentimientos...? ¿No eran más productivas las academias de los antiguos griegos?
“(En pasados siglos) No era rara la publicación pirata de dramas: alguien dotado de una memoria especialmente buena, dentro de que en aquella época todo el mundo tenía mejor retentiva verbal que hoy día, asistía unas pocas veces a la representación de un drama y luego se iba a su casa y allí lo transcribía de memoria, no sin errores y malentendidos. En 1604 se publica otro in-quarto del texto bastante decente, que sirve de base a otras tres ediciones sueltas que hay hasta 1637…”
Este escrito de arriba pertenece a José María Valverde. RBA Editores. Shakespeare. Tragedias.
Bien, había un Hamlet, hoy en día perdido, antes del que se recuerda de Shakespeare. Las obras, cuando gozaban de éxito, se retocaban, se seleccionaban. El público admiraba en ellas las pasiones que representaban, los celos de Ohtello, el amor de Romeo y Julieta, el deseo de venganza de Hamlet… La pregunta es la siguiente: ¿Por qué los videojuegos han conseguido desplazar a las películas, a los libros, al teatro? Desde un principio, los videojuegos han convertido al jugador en un soldado. Primero, uno que rechazaba la invasión marciana; luego, un come bolas que había de cumplir misiones de forma cada vez más rápida; en nuestros días, en World of Warcraft es un soldado que lleva la bandera a un sitio específico, subiendo de ese modo de niveles; cumple así su deseo de superar a los demás. Bien, ya en Rojo y Negro, de Stendhal, eran esas las aspiraciones de Julien, escalar en su categoría social. Lo que se pierde el jugador de estos modernos entretenimientos son todas las pasiones de un personaje como Julien, todo su mundo interior, que en mucho coincide con el de cualquier joven de nuestro siglo y los venideros. Las descripciones de las almas de aquellas mujeres de Rojo y Negro son tan validas (1) hoy como en 1830. Los hombres no hemos cambiado desde los tiempos de El príncipe (1513), de Maquiavelo; somos esclavos de los mismos deseos. La recomendación de un lector creo que será siempre la de: conoce tu alma a través de la de los demás, esas están en los libros.
La única pasión que satisface el popular juego World of Warcraft es la de conquista, la de soldado que supera a los demás. Aquella misma que tenían los que idolatraban a Napoleón y que, llevados por su juventud, se arrojaron a conquistar Europa bajo las órdenes de aquel general que pretendiera unificar y gobernar el continente. ¿Qué hay de las demás pasiones que los videojuegos dejan insatisfechas? El cine, el teatro, los libros continúan hablando de ellas. No descuides tu alma de explorador, busca en los libros, en el teatro y en los largometrajes aquello que sientes muy adentro y que deseas compartir con los demás, tus anhelos, tus pesares...
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