Fotografía del rodaje de Poltergeist (1982). Vemos a Steven Spielberg junto a Tobe Hooper.
El casi insuperable conflicto que se da entre un productor
de cine y el director de su película viene motivado casi siempre por las
razones que defienden cada una de las partes: la
económica (el dinero invertido
ha de producir beneficios) y la
artística (el trabajo tiene que ser personal,
el productor ideal no debería acudir al rodaje). Se pueden imaginar quien
defiende cada parte. Hay otro personaje que puede participar en esta ecuación: el
productor-director, como es
Steven Spielberg,
cuyas obras son un éxito casi seguro. Siendo un realizador muy solicitado y no pudiendo atender todos los proyectos que se le presentaban, durante su época de mayor
relevancia, se refugió en la figura de productor que añade un sello particular:
Regreso al futuro
(1985), escrita y dirigida por el dinámico Robert Zemeckis, es una en la que
ejerció de buen productor, que no molesta demasiado. Pero con
Poltergeist,
fenómenos extraños (1982), del director de cine de terror
Tobe Hooper, ocurrió
lo contrario. Todo comenzó cuando un periodista que acudió a los rodajes
publicó que la película la rodaban dos directores, esto afectó mucho a la
imagen y carrera de Tobe Hooper, según sus propias palabras. “
En realidad, yo
estaba rodando la escena de la muerte del canario y él agilizaba el rodaje con
una segunda unidad”, dijo en una ocasión. Sobre controlar su estilo demasiado
explícito en lo sanguinario, Hooper declaró: “
Cuando Spielberg estaba lejos,
las cosas se ponían de los nervios”. Lo curioso es que algunos actores
afirman que durante su estancia en el rodaje, las escenas las dirigía Spielberg.
Ciertamente, algunas tienen su marca particular, ¿no?
El productor-director da instrucciones al director que le suplanta, y
eso a veces es insoportable. Al tratar este tema, he recordado la figura del
escritor negro que tenían los creadores de folletines populares, como Alejandro
Dumas. También, hace unos años, Mortadelo y Filemón, el conocido cómic, tuvo
varios dibujantes negros cuando la serie fue demasiado popular y exigente. Sobre otro personaje de tebeos con negros, no por que lo quisiera su autor, habla en una parte el filme El gran Vázquez (2010), un buen retrato de la famosa Editorial Bruguera. La cinta fue injustamente ignorada por
público y crítica.
Fotograma del cortometraje animado The cameraman's revenge (1911)
Estas disputas entre productor y director nacen con el cine
y afectan a todos los géneros y países. El director y animador de figuras por
stop-motion, Ladislas Starevich, nacido en la Rusia zarista, que siempre quiso
ser independiente en sus creaciones, sufre una crítica contraria a lo que se
espera reciba un alma libre: “sus películas son consideradas demasiado
largas, demasiado líricas y demasiado poco comerciales”. Muchos demasiados
mentirosos, diría yo. Que para algunas películas suyas como The Cameraman’s
Revenge (1911) usara escarabajos y saltamontes muertos, desagradaba a
muchos, aunque el resultado es magnífico. Hubo críticos que creyeron que eran
insectos amaestrados. Un productor sensato de hoy en día nunca permitiría tales
instrumentos, la idea no es buena como marketing.
En la fotografía vemos a David O. Selznick, Joan Fontaine, Alfred Hitchcock y Judith Danvers en la cena de gala con motivo del estreno de Rebeca (1940)
Uno de los enfrentamientos más populares entre director y
productor sucedió cuando el famoso productor David O. Selznick contrató a un
recién llegado a América, Alfred Hitchcock, otro ego poderoso de gran talento,
para rodar Rebecca (1940). Los condicionamientos impuestos por Selznick y la visión
particular del cine de Hitchcock desencadenaron una batalla con el resultado de
dos heridas narcisistas. Atendiendo al significado de esta expresión del
pionero del estudio psiquiátrico, Sigmund Freud, cuando se pone en entredicho
la autoridad y el estilo propios, lo que se considera un ataque a la
autoestima, sufrimos ira hacia el atacante, en otros casos, hacia nosotros
mismos, por autocriticarnos. Una de las estupideces de Selznick fue pedirle a
Hitchcock que, tras el incendio de la mansión, como última secuencia, se
vislumbrara en el humo, en lo alto, una R formada por este, una señal como
recuerdo, quizá, del espíritu de Rebecca, la difunta mujer que nunca aparece en
el filme. Hitchcock desechó tal patraña y rodó como final un acercamiento de la
cámara hacia el bordado de la almohada de la gran cama, una R más poética y
creíble, por supuesto. A pesar de todo, la influencia de Selznick fue tan
grande que Hitchcock, resentido por no poder participar en el montaje final,
llegó a renegar de este largometraje: para él no era suyo.
Selznick ya había tenido problemas con Lo que el viento
se llevó (1939), que tuvo 5 directores distintos, además de otros de
segunda unidad; estos cambios también se produjeron por las exigencias de Clark
Gable, que no quería a George Cukor. Una de las secuencias impuestas por el
productor es aquella en la vemos a Vivien Leigh y Olivia de Havilland y sus
sombras se ven reflejadas en una gran pared tras ellas. Fue imposible rodarla con
naturalidad, en realidad, las sombras son de otras dos mujeres y sus
movimientos, puede verse, son desiguales.
Coppola se dejaba retratar de esta guisa en el rodaje de Apocalypse now (1979)
En
El padrino (1972), un novato
Francis Ford Coppola
estuvo a punto de ser despedido por no considerársele apropiado para la
intensidad que exigía la trama. Tampoco gustaban sus elecciones de Marlon
Brando, de carrera entonces casi terminal, y Al Pacino, sin mucha experiencia. Después
de mostrar a los ejecutivos algunas secuencias rodadas, estos quedaron más
tranquilos.
Fotografía del rodaje de Batman returns (1992). Vemos a Michelle Pfeiffer, Michael Keaton y Tim Burton
Pero las ideas y fundamentos de los productores también
coinciden con los del público. Para el Batman (1989) de Tim Burton,
nadie quería a un actor sin músculos. Burton pensaba que el personaje debía ser
un tipo adinerado, pero de apariencia normal; todos los seguidores del cómic se
preocuparon porque creían lo contrario. El problema está en que nadie puede asegurar
antes del estreno lo que funcionará o será un fracaso, eso es todo un enigma.
Fotografía del director Víctor Erice y retrato del productor Elías Querejeta
Son conocidas las desavenencias que llevaron al director
Víctor Erice a romper sus relaciones profesionales con
Elías Querejeta,
productor y padre de parte del mejor cine español:
La caza (1966),
El
espíritu de la colmena (1976),
Mamá cumple 100 años (1979),
El
sur (1983),
Tasio (1984),
Los lunes al sol (2002)… Unas
fuentes culpan a que las diferencias de pareceres sobre el metraje final de las
obras y a la incapacidad de afrontar el coste económico de algunas películas
fueron lo que les llevó a tomar caminos distintos. Por ejemplo, para la nunca
realizada segunda parte de
El sur (1983), hay una explicación bastante
plausible: tras el estreno y su buena aceptación por parte de público y
crítica, se creyó que el trabajo había alcanzado su fin inicial y no necesitaba
una segunda parte. Estaría muy bien que se entrevistara a los dos por separado
y que pudiéramos saber qué ocurrió en realidad. Una de las razones puede ser la
visión poética que tiene Erice del cine. Él declaró en una ocasión: “
Que las
imágenes susciten en el espectador una actitud de contemplación y un
descubrimiento es un objetivo que pertenece a los orígenes mismos del cine. No
es una aspiración de hoy, teñida de modernidad. Y es cierto que siempre me ha
interesado mucho la relación que puede establecerse entre ficción y documental.
De ahí, las referencias a Flaherty, Renoir y Rosellini, que se puede
extender también a los principales cineastas de la nouvelle vague
francesa. Me
conmueve de una manera particular el cine cuyas imágenes discurren al compás de
los hechos más esenciales de la vida, el que da cuenta sencillamente del paso
de los días.”
Lo que no es una idea
con la que un productor al uso pueda estar de acuerdo.
Fotografía para la promoción de la película El desprecio (1963)
Para terminar, me gustaría recomendar el largometraje El
desprecio (1963), del director francés Jean-Luc Godard, que trata con
verosimilitud el tema de la confrontación entre productor y director, entre
empresario y artista, en fin.
Este artículo pretende ser solamente una iniciación al tema, tratar unos pocos casos para tener en cuenta el asunto después de ver una película y preguntarnos por su creador y el empresario que apadrinó su obra cinematográfica con el deseo de ganar dinero (en casi cualquier caso). El empresario quiere dar al público lo que quiere y con ello recaudar un dinero que supere la inversión. Esto tampoco es matemático y muchas veces se arriesga mucho en la jugada, como en el caso de
Cleopatra (1963), que por poco lleva a la quiebra a la Fox.
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Para los que dominen la lengua inglesa, dejo este extracto de una entrevista realizada al director Tobe Hooper:
ResponderEliminarDiscussions turned to his biggest commercial hit: the 1982 supernatural horror film Poltergeist and the controversy concerning its suspiciously ‘Spielberg‘ stylings (who was the credited writer-producer) and how it may have hampered Hopper‘s subsequent career:
TH: “Yeah well it did harm my career and it started with the LA Times who came out when I was shooting the funeral sequence for the little bird and I needed, to pick up the pace…and Steven was shooting {second unit} and the LA Times came out and saw two people directing a movie and didn’t consider the second unit…and I think that was the best second unt direction I have every had (audience laughs). So that got the ball rolling on the whole thing and yeah it very definitely damaged me.”
But what was his working relationship with Spielberg?
TH: “Well you know he wrote the screenplay… he was prepping me and he travelled a lot too {he was prepping E.T at the time}..but he was a presence and he and I would have discussions about the movie. He would make changes in the script and I would go and re-shoot the scene and he was watching it being put together…and I am still the best of friends {with him} and I continue to work for him (in 2002 he directed the pilot episode for Spielberg’s mini series Taken). He was around, may be more, may be less I am not sure, but the producers are always around and so are the writers if that’s possible.”
Did Spielberg attempt to restrain the horror director in terms of his renowned relentless cinematic style?
TH: “When he was completely out of town, things would get a bit…edgy.”