viernes, 17 de agosto de 2012

Yo denuncio la matanza de los mineros sudafricanos

Leo las noticias de la tarde. En Sudáfrica, la policía ha disparado y dado muerte a varios de los manifestantes mineros que arremetieron contra ellos. No veo imágenes y ya sufro. Se me estropea el estómago. Estas escenas me derrumban. Estamos hechos de hierro, golpeamos sin piedad. No hay cura para el hombre, es muerte, muerte atroz, él provee de muerte sin sentido, como un huracán o un terremoto. Trata a los más desfavorecidos y a sus protestas como si fueran ratas cargadas de peste. Mañana los sustituirán, esos mineros que corrían con machetes, piedras y palos en sus manos serán reemplazados por otros mansos, que volverán a las duras condiciones del trabajo de una mina en Sudáfrica. Odioso. Tremebundo.

¿Por qué la policía graba esta masacre? Están convencidos de que en un juicio serán exculpados.

Yo denuncio.

Y para hacerlo tengo que mostrar las imágenes horribles. La cruda realidad está ahí: mueren personas de manos de otras personas.

Retazo de realidad, la policía sudafricana abre fuego contra la acometida de los mineros
Me recuerda a las masacres de indios realizadas por el Séptimo de Caballería: masacre de Wounded Knee, masacre del río Washita... Ametralladoras, escopetas de repetición… contra hachas, piedras y palos.

Este trato injusto y desmedido jamás será así contra los corruptos que se desviven por enriquecerse tratando el dinero, rapiñando fortunas y empobreciendo a millones de compatriotas. Estamos jodidos, pero bien jodidos. El vaso se desborda. Sobra todo menos muerte, muerte, muerte…
No quiero que la muerte sea sol de mis días ni luna de mis noches.

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