Los gustos cambian, todos lo sabemos, pero ¿por qué? ¿Qué
representan ciertos gustos sexuales en cada época? ¿Nos atrevemos a realizar
una teoría al respecto?
Mary Pickford (1892-1979) fue la primera "novia
de América". Una estrella cinematográfica alegre, jovial y algo dulce y
candorosa, toda una mezcla muy del gusto de la sociedad puritana que la
encumbró a la fama alrededor de 1909: cuando tenía 17 años ya había participado
en 51 películas (se rodaban varias a la vez y la cuenta podía quedar a una
semana de rodaje por cinta, recordemos que la duración media de aquellos filmes
era la de un cortometraje). Pero los que nos trae hoy a la rubia de dorados
cabellos es su boca de labios finos, echemos un vistazo a esos rebordes
carnosos, o no tanto:
Especulamos sobre el tema: ¿era una sonrisa grande lo que buscábamos después de los bulliciosos y productivos (económicamente) años 80? ¿Hay similitudes entre esos labios y otros más meridionales? ¿Buscamos en el cine la imagen de un-a novio-a ideales? Puede que cuando algo funciona en la realidad del cine creamos que también tiene que funcionar en la falsa realidad nuestra: si una prostituta simpática alegraba y redimía de alguna forma a un gran empresario en Pretty Woman (1990), tal vez eso fuera lo que todos necesitábamos. Que tenía unos labios sensuales del color del interior de las sandías: pues elijamos esas formas como las ideales. El cine marca los gustos, recordemos que si Clark Gable se quitaba la camisa (en la película Sucedió una noche, 1934) y no lucía debajo una camiseta, la venta de camisetas bajaba de manera considerable; si unos años después entraba en acción un Marlon Brando en plenas facultades físicas (en Un tranvía llamado deseo, 1951) y se quitaba la camisa mostrando una camiseta que le cubría el pecho, se disparaban entonces las ventas de camisetas. La imitación parece ser un elixir milagroso que nos transforma un poquito en nuestras estrellas favoritas. Elegimos a unos mortales de entre millones y les atribuimos gracias y dones de semidioses para luego intentar parecernos a ellos. Tal vez con el paso del tiempo nos aburrimos de ellos y los sustituimos por otros, más jóvenes y más prometedores, lo nuestro es vivir de ilusiones, pues. En estos años de principio del siglo XXI miro a las pantallas de cine y veo mujeres asexuales, andróginas, de mínimos atributos haciendo de protagonistas, ¿son las actrices espejo de los deseos de la mujer de hoy: parecer ultradelgada y ambigua?
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