Cortometraje La vida nocturna (1930)
En la primera época del cine, como sabemos, la técnica no había solucionado el problema del sonido, primero las cintas eran silentes, aunque había partituras para los pianos que se tocaban en los teatros donde se proyectaban las películas, y que acompañaban con variaciones de ritmos según lo que se estaba contando en imágenes, una persecución, una escena romántica, una guerra de tartas... Luego vino el sonido grabado, a principios de los años 30 su uso ya estaba generalizado, pero tenían un problema, el doblaje no se había inventado. Primero, los grandes estudios comenzaron a hacer versiones en castellano para el público de Sudamérica y España, se contrataban actores latinos para rodar (casi siempre por la noche) las mismas escenas en el mismo escenario (el ejemplo más usado es el de la película Drácula, 1931, de cuya versión en castellano se dice que supera en calidad a la original; coincido con ese criterio, pues es más dinámica). La cuestión fue que estas películas disgustaban en los distintos países porque el público reconocía voces muy diferentes, mejicanos, uruguayos, españoles, etc., y, desgraciadamente, ya sabemos lo gregario que es el ser humano, que a menudo no soporta el acento extranjero. Pero Stan Laurel y Oliver Hardy lo hacían de forma diferente, rodaban una detrás de otra las secuencias habladas en distintos idiomas (el montaje luego era muy laborioso), pronunciaban fonéticamente lo que les señalaban los maestros de cada lengua, alemán, francés, italiano, castellano... Los demás actores eran elegidos según la nación a la que querían vender las cintas. Sin enrollarme demasiado, la copia de Vida nocturna (1930) es la única de las versiones que queda completa y sobrevivió a la época postcode, sí, el maldito Código Hays que todo lo empezó a censurar a partir de 1934. Particularmente encuentro más bella e interesante la época precode, era un tiempo más sensual y libre.
Fotogramas del cortometraje La vida nocturna (1930)
De estas tres bailarinas, apenas podemos ver unos segundos de la primera en la versión americana de la cinta, titulada Blotto (que significa confuso por culpa de la bebida), donde la obra pierde muchísimo, pues el nivel de chispa de los chicos va subiendo de acuerdo con la cantidad de vino que toman (que no es real) y la actuación de las chicas: la primera muy alegre, la segunda más cómica, una simpática payasa, y la tercera, muy erótica; hasta lloran entremedias con la triste canción de un artista extranjero, oye, como si fuera una borrachera por grados.
La actriz Linda Loredo es la esposa enfadada en la versión en castellano, ella protagonizó en 1930 y 1931 otras de Stan y Oliver haciendo de esposa de uno y de otro, según el caso, era una especie de mujer de Sócrates (mujer de mal genio). Lo más gracioso es que el vino con el que se emborrachan Laurel y Hardy no es más que una infusión con azúcar.
Como curiosidad: el divertido acento de los chicos fue imitado luego por los dobladores al nacer la técnica del doblaje años después.
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