Leamos juntos este fragmento de
El libro de buen amor (s. XIV) de Juan
Ruiz, conocido como el Arcipreste de Hita. Su lenguaje ha sido ligeramente
modernizado para su mayor comprensión.
El buen galgo lebrero, corredor y valiente,
tenía, siendo joven, pie ligero y corriente,
colmillos muy agudos, buena boca y buen diente;
cuantas liebres veía, cazaba eficazmente;
a su señor, él siempre algo le presentaba,
nunca de su carrera vacío retornaba,
por lo que su señor mucho le acariciaba:
con todos sus vecinos del galgo se loaba.
Por el mucho trabajo se hizo en seguida viejo,
perdió luego los dientes corría poquillejo.
Fue su señor de caza y saltó, allí, un conejo:
no pudo retenerlo, se le escapó al vallejo;
el cazador al galgo hiriólo con un palo.
El galgo, querellándose, dijo: ¡Qué mundo malo!
Mientras era mancebo decíame: ¡halo!, ¡halo!
Ahora que estoy viejo me pega con el palo,
En mi juventud caza por pies no se me iba;
a mi señor la daba ya fuese muerta o viva;
entonces me loaba; y, ya viejo, me esquiva:
cuando no traigo nada ni me halaga ni me silba.
Los bienes y loores muchos, de mancebez,
defienden la flaqueza
que aporta la vejez;
por ser el hombre viejo no ha de perder su prez
pues el juicio del viejo no se pierde a la vez;
el amar al mancebo y la su lozanía
y desechar al viejo, cometiendo falsía,
es gran torpeza y mengua, maldad y villanía;
en el viejo se alaba lo que, joven, valía.
El mundo codicioso es de aquesta natura:
si el amor da su fruto, más amor le procura:
más, si no da ni sirve, el amor poco dura;
en amistad inútil el hombre no perdura;
en cuanto el hombre da, en tanto es apreciado;
cuando yo daba mucho, era muy alabado;
ahora que no doy, soy vil y despreciado:
no hay mención ni recuerdo del servicio pasado;
no se acuerdan algunos del mucho bien antiguo.
Quien al mal hombre sirve siempre será mendigo,
pues el malo a los suyos no les presta ni un higo,
y aquel que es pobre y viejo no encontrará un amigo.
Hoy, si leemos con atención el poema, vemos en él a los jubilados entristecidos por los recortes del gobierno, pensando incluso en quitarse de en medio, terrible.
Aunque la obra El libro de buen amor trata las
vivencias amorosas de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, también hay sitio en
ella para poesías líricas, sátiras sobre lo que no es recomendado hacer,
consejos amorosos, etc. El humor, un rico vocabulario, el uso de un habla a
ratos coloquial y el fantástico refranero nos llevan al paladar una sustancia
literaria sublime, un trozo del llamado Mester de Clerecía (compuesto por
literatos medievales del clero, provistos de una gran cultura). Recordemos los tres mesteres (menesteres): Mester de Juglaría
(uno de mis antepasados fue juglar, cantaba a los aldeanos y a la luna poemas elegidos
y llevaba una vida bohemia, no era como otros juglares); Mester de Clerecía y
Mester de Cortesía (criaba a políticos y
a la nobleza en el arte del saber).
Tapiz del medievo con la imagen de un juglar
El de arriba era un trovador que ajuntaba poemas para luego recitarlos. Seleccionaba textos y guardaba mucho el saber literario de su época. Los articulistas culturales de la Red somos sus descendientes.
Parte de mi amor a la literatura se la debo a los autores de los libros escolares de Anaya,
Antos - Lecturas y comentarios (1984), de los que continúo aprendiendo. Gracias.
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Tina Majorino (dedicado a la joven actriz. Su primera publicación fue en Lycos, en 2003).
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Hay diferencias entre la figura del trovador y la del juglar, el primero se concentraba en el carácter escrito de su repertorio, mientras que el segundo en el oral, pudiendo este último hacer variaciones a su gusto. Además, el trovador era de clase más elevada y no necesitaba como el juglar llevar esa vida ambulante de pueblo en pueblo. Pero, como el juglar a menudo se surtía de composiciones del trovador, su figura se confunde y no es tampoco cosa de torpes el que hablemos de trovador y juglar indistintamente. El trovador es el antepasado, sin duda, del articulista cultural de la Red, apuesto por ello.
ResponderEliminarNo acostumbro en absoluto a ir cubriendo de halagos a diestro y siniestro a quien tengo la suerte o desgracia de leer, pero es que desde luego, te has ganado a pulso cada palabra que te dedico con la más profunda admiración; con esta entrada, has vuelto a ganar un trocito de mí. Deja algo para los demás, no seas egoísta.
ResponderEliminarSaludos y sigue así, por favor.
Un abrazo.
Hola Kevin. El otro día estaba fantaseando, como a veces acostumbro, y me di cuenta que somos juglares de la cultura, aquí, en la Red. Solté una carcajada; servir de algo a la literatura y al cine proporciona una pequeña alegría.
ResponderEliminarA ver si nos dan ánimos para seguir, al menos, una vez a la semana.
Gracias. Entre todos vamos aportando materia a la gran enciclopedia.