Hola, estimados aficionados al séptimo arte. En esta ocasión hablo un poco de un largometraje maldito del cine español, una cinta que estuvo prohibida por la censura durante cinco años (desde 1964 hasta 1969), y que, como todo buen cinéfilo sabe, está considerada una obra maestra dentro de nuestro cine patrio: El extraño viaje (1964).
Antes de nada, me gustaría aclarar que cualquiera que haya leído o escuchado hablar de esta película encontrará aquí algunas ideas y pensamientos que ya ha escuchado antes, porque se trata de realidades o verdades que sentimos muchos. Comienzo.
Estamos ante un filme dirigido por Fernando Fernán Gómez, bajo un guión del dramaturgo Manuel Ruiz-Castillo y el guionista (y también actor) Pedro Beltrán (más conocido como Perico Beltrán), ellos dos compusieron el escrito final, todo esto tomando un argumento que se le había ocurrido al realizador Luis García Berlanga después de interesarse por el caso real de un asesinato que había adquirido cierta popularidad, y fue conocido como “El crimen de Mazarrón”, que, por cierto, ese iba a ser el título de esta película, hasta que el alcalde de Mazarrón se enteró, y consiguió que lo cambiaran, aludiendo que aquello iba a hacer daño al turismo del lugar, algo que en absoluto podría haber ocurrido; por cierto, esta película no se rodó allí, sino en una localidad de Madrid y en otra de Alicante (en la costa). Pero yo creo que el nuevo título (El extraño viaje) es extraordinario y le queda como anillo al dedo, porque el viaje que desean hacer los protagonistas (que se ve truncado a la mitad) es realmente extraño.
Aquí hay una mezcla de géneros insólita en el cine español, porque esta película junta con éxito comedia negra, thriller, suspense, drama, realismo rural, costumbrismo, etcétera. Fíjense ustedes, por ejemplo, en esto que dicen los críticos que aquí encontramos algo de sainete y del esperpento propio del teatro de Valle-Inclán. ¿Pero qué es eso del sainete? Pues una escena costumbrista que se intercala aquí, una pequeña historia que nos cuenta cómo eran esas gentes de un pueblo en la España Franquista, en la que todo era pecado, el cuerpo de la mujer era pecado, hay que casarse para poder darse un beso, los mozos y algunos ancianos estaban deseosos por ver algo de piel femenina, etcétera. Pues este pequeño sainete aquí está incrustado en la historia general, como una intrahistoria dentro del argumento principal. Aunque yo no estoy de acuerdo con lo de afirmar que aquí hay esperpento, porque a esos personajes los encuentro cómicos, pero reales, si tienen un punto burlesco o grotesco, es mínimo, y no llega nunca a ser ridículo, solamente consiguen hacernos sonreír porque las situaciones llegan a ser cómicas. Pero, ¿quiénes son estos personajes? Tres hermanos, una hermana mayor, que parece una bruja, y tiene sometidos a los otros dos, que son medio bobalicones; ella es casi rica, y, en ese punto de su vida, quiere vender sus cosas para irse a dar un largo viaje. Los actores que les dan vida son los maravillosos Tota Alba, Rafaela Aparicio, y el director Jesús Franco convertido en actor, construyendo estos dos últimos unos personajes inolvidables, asustadizos, con un comportamiento infantil, ingenuos, cargando traumas del pasado, etcétera. También encontramos aquí otro protagonista que es fundamental en la historia, un joven músico (interpretado por Carlos Larrañaga) que toca los fines de semana en la fiesta del pueblo, que enamora a una muchacha del lugar, y quiere hacer negocios con la bruja del caserón, pero entonces se cruzan en su camino los dos hermanos que han cometido una barbaridad, casi inevitable, que ya descubrirán ustedes visionando esta cinta.
Esta película tiene momentos extrañísimos a la par que memorables, como dicen los expertos, modernísimos, como el travestismo obligado del personaje de Carlos Larrañaga, luciendo prendas cual modelo para la vieja bruja, o, más tarde, cuando él tiene que dar vida a esa misma señora, vistiéndose como ella para iniciar “el extraño viaje”.
La fotografía en blanco y negro de esta película, en la que parte de la historia se desarrolla en interiores, durante la noche, con claroscuros, penumbras, la cámara se mueve a lo largo de pasillos, es magistral, es un trabajo realmente de estudio, y fue un obra del director de fotografía José Fernández Aguayo, que también trabajó en Viridiana (1961), filmada por Luis Buñuel, por poner otro ejemplo.
Concluyo. Este es un largometraje admirable, a reivindicar, y a estudiar en las escuelas de cine, pues todas sus características artísticas así lo demandan. Observen que el Ministerio de Cultura de 1964 había catalogado esta película como de tercera categoría, así que ninguna distribuidora quiso hacerse cargo de ella, y no fue hasta 1970, cuando comenzó a ser apreciada por los nuevos críticos de cine, cuando recibió el premio a la mejor película otorgado por el Círculo de Escritores Cinematográficos.
Un momento para el recuerdo: Carlos Larrañaga bailando pegado a Tota Alba, en silencio, escuchando los dos (cada uno con un auricular) la música de una radio portátil.
Este ha sido un artículo de H. M. P. para su cuaderno El periódico más breve.
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