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domingo, 13 de noviembre de 2011

El suicidio visto por el cine

Cuando el escritor alemán Goethe escribió en su juventud la novela Las penas del joven Werther, publicada en 1774, unos años antes del movimiento cultural conocido como Romanticismo, pretendía alertar y evitar con ello que las cuitas de los enamorados llegaran, tras el rechazo del ser amado, a un suicidio, pero ocurrió todo lo contrario, en toda Europa se extendió entre los deprimidos y despechados por culpa del amor un sentimiento de que el suicidio era una salida romántica que encajaba perfectamente con su situación. Pero es mejor desechar esas ansias de juventud de conseguir prontamente el amor, pues la vida tiene, por lo general, muchos capítulos amorosos reservados para nosotros. El suicidio en la literatura pasa por personajes tan populares como Romeo y Julieta, de la obra teatral de William Shakespeare The most excellent and lamentable tragedie of Romeo and Juliet, escrita allá por 1597; Julieta, creyendo que su amado estaba muerto, tomó su daga acabando con sus días sin apenas haber cumplido los 14 años. Pero también los autores sufren, recordemos cómo Mariano José de Larra, un genio del romanticismo español, se descerrajó un tiro en la cabeza tras sufrir el último rechazo de su amada, Dolores Armijo, cuando tenía 27 años. ¿Es, pues, el dolor procurado por el amor el único motivo para poner fin a nuestra vida? No. Andrés Hurtado, personaje de El árbol de la ciencia, de Pío Baroja, se envenena tras soportar las terribles desazones de la vida. Tonet, personaje de Cañas y Barro, de Blasco Ibáñez, se dispara con una escopeta en el pecho porque no puede soportar los remordimientos, se arrepiente de haber sido malo. Todos recordamos los suicidios de los escritores Ernest Hemingway, Virginia Woolf y Thomas Mann, tres seres de muy distintos caracteres; el primero era un aventurero, de espíritu vivaz; la segunda era una mujer sensible, imaginativa y depresiva; el tercero, un escritor golpeado por la realidad de la guerra al que su pesimismo hizo la vida insoportable. Ya en las antiguas Grecia y Roma, filósofos como Empédocles y Séneca terminaron con sus existencias antes de tiempo. La determinación del filósofo griego de arrojarse al volcán Etna eleva al suicidio a la categoría de mito, pues acabaría por divinizarse su imagen. En el caso del filósofo romano, que se cortó las venas temiendo la ira de Nerón tras participar en una conjura en su contra, casi le convierte en un mártir. Su muerte fue lenta, viendo que no llegaba, tuvo que tomar veneno y quedarse en un baño caliente cuyos vapores acabaron por asfixiarle, pues padecía de asma. El suicidio de autores y personajes ficticios permanece en los libros y continuará mientras existan relatos, historias inventadas o vividas por nosotros, los humanos. Pero este es un cuaderno dedicado al Cine y toca ya hablar de cómo ve este arte la acción de quitarse voluntariamente la vida. Contemplar la representación en imágenes de lo relacionado al suicidio no deja de procurarnos un creciente interés. Daremos saltos en el tiempo y haremos participar largometrajes de distintas épocas para hacer más entretenido este artículo.

Fotograma de la película Constantine (2005)
Cuenta Constantine (2005) que la joven Isabel Docson está condenada para la eternidad a repetir su suicidio una y otra vez, allá abajo en la profunda caverna del Infierno.

Fotograma de la película El club de los poetas muertos (1989)
En el largometraje El club de los poetas muertos (1989), el joven Neil Perry no soporta las perspectivas de futuro que tiene su padre para él. La conservadora sociedad en la que vive convierte su vida en una insufrible experiencia. En nuestras vidas, enfrentarse a un padre y a una sociedad suele resultar en una temible derrota.

Fotograma de la película Harakiri (1962)
Nuestra vida es esclava de nuestra sociedad y cultura. Así, en Harakiri (1962), en Japón, ante la deshonra, la única salida es la muerte, por supuesto, voluntaria. El honor de un samurai está muy por encima de su existencia. La película contiene un cuidado guión y recurre al flashback, saltos en el tiempo en la narración, para acercarnos a los recuerdos de la vida del protagonista. El argumento de este filme japonés es bastante llamativo: "Un samurái pide permiso para practicarse el Seppuku (o Harakiri), ceremonia durante la cual se quitará la vida abriéndose el estómago al tiempo que otro samurái lo decapitará. Solicita también poder contar la historia que le ha llevado a tomar tan trágica decisión".

Anuncio original de la película Las vírgenes suicidas (1999)
Una familia estricta, cinco bellas adolescentes, el suicidio..., forman parte de la historia que nos narra Sofia Coppola en Las vírgenes suicidas (1999). Durante la adolescencia suelen explotar las pasiones y el tremendismo puede llevarnos a querer acabar con todo. La mente continúa un desarrollo increíble desde la niñez, no debemos pensar que lo ingenuo o absurdo de nuestros pensamientos adolescentes vayan a marcar el resto de nuestras vidas; tampoco tenemos que despreciar el salto generacional, simplemente son distintos episodios de nuestra vida, el enfrentamiento entre padres e hijos es eterno, pero suele calmarse al alcanzar el hijo la madurez. Hemos de tener en cuenta lo distinto de los pensamientos femenino y masculino, las pulsiones de los varones son bien distintas de las de las féminas. En cualquier caso, esta película suscita la discusión.

Extracto de la película Leaving Las Vegas (1995)
El suicidio puede alargarse en el tiempo, el alcoholismo se convierte en un largo adiós. El la cinta Leaving Las Vegas (1995), Ben, un ser solitario, es despedido del trabajo a causa de su adicción al alcohol, entonces viaja a Las Vegas con el único fin de beber hasta morir. Una prostituta puede ser su salvación. La bebida es una especie de anestesia terrible que nos mantiene alejados de la realidad, aunque pagando un alto precio de salud.

Fotograma de la película La chaqueta metálica (1987)
Otro suicidio de película es el del soldado Leonard, llamado aquí "recluta patoso", que se dispara en la boca después de asesinar a su sargento. Todo esto tras haber recibido la instrucción militar de aquel demente sargento de artillería, Hartman, cuyo único propósito en la vida era convertir a los reclutas en máquinas de matar por América, de adorar a sus armas y a sus penes. La chaqueta metálica (1987) fue dirigida por Stanley Kubrick, el que fuera uno de los más competentes directores de cine.

Extracto de la película El cazador (1978)
Sobre el largometraje El cazador (1978) no podemos hablar de suicidio, pues los prisioneros americanos son obligados por los vietnamitas a jugar a la ruleta rusa con una pistola, no la toman voluntariamente. Sin embargo, ilustra muy bien el miedo a la muerte que tenemos los humanos, ¿qué es capaz de obligarnos a seguir esta orden de apuntarnos a la cabeza con una pistola cargada?

Fotograma de la película Mar adentro (2004)
Es curiosa la participación del suicidio en las tramas de algunas de las películas de Amenábar; el suicidio asistido de Mar adentro (2004), ¿para qué vivir si no podemos salir de una cama por nuestro propio pie?; aquel como única manera de abandonar una realidad artificial en Abre los ojos (1997) y la irremediable defensa de una idea que sabemos nos llevará a una condena, en Ágora (2009), la filósofa Hipatia muere a manos de fanáticos religiosos, cristianos, para ser precisos. La Religión nunca ha soportado las provocaciones de la Filosofía.

Extracto de la película Sueños de un seductor (1972)
Woody Allen y su broma sobre el suicidio en el filme Sueños de un seductor (1972). Nos hace reír, ¿verdad?
- W. Allen: ¿Qué haces el sábado?
- Ella: Suicidarme.
- W. Allen: ¿Y el viernes por la noche?



Extracto de la película Arma letal (1987)
El policía interpretado por Mel Gibson no puede soportar la pérdida de su esposa. Su tendencia suicida le hará enfrentarse a los peores riesgos a la hora de atrapar a los malos. He de reconocer que en estos primeros minutos del largometraje Arma letal (1987) Gibson hace una interpretación bastante efectista, a la vez que bien lograda.

Extracto de la película El piano (1993)
El piano (1993) es la emotiva historia de una madre, su hija y la música de un piano. Una recomendable cinta que no debemos arrojar al olvido. Leamos juntos su argumento: "Corre el año 1851. Ada, muda desde niña, acaba de enviudar. Un matrimonio concertado la obliga a dejar su Escocia natal y viajar a Nueva Zelanda, acompañada de su hija y de su piano. Allí conoce a su futuro marido, un próspero granjero que se niega a llevar a casa el piano. Abandonado en la playa, el instrumento será rescatado por un vecino que establece un extraño pacto con Ada: él la dejará usar su piano a cambio de que ella se deje tocar". Ada recurre al suicidio para evitar su triste destino. Dejando a un lado esta película, pero al hilo del acto realizado por este personaje femenino, he de añadir que los libros de psicología nos dicen que el número de mujeres que se suicidan es muy inferior al de los hombres, a pesar de padecer ellas más esa enfermedad llamada depresión.

Para no hacer interminable este artículo, recordaré a vuela pluma otros suicidios representados en el séptimo arte: en Viridiana (1961), el tío de la bella protagonista no puede soportar la marcha de aquella y se quita la vida; en Esplendor en la hierba (1962), el padre del protagonista, arruinado tras la gran depresión de los años 20, se arroja por la ventana de uno de los gigantescos edificios de Nueva York; la protagonista, interpretada por la bella Natalie Wood, intenta suicidarse también tras ser separada de su novio, después de sufrir ella un brote de locura; en El club de la lucha (1999), un esquizofrénico pretende acabar con su doble personalidad disparándose en la cara; en El capitán América: el primer vengador (2011), el soldado que luego se convertirá en este superhéroe se arroja sobre una granada para evitar que su explosión dañe al resto de reclutas, esto nos da una idea del sacrificio que exige un pelotón militar, para temblar; en Ana Karenina (1935), basada en la magnífica novela homónima de Leon Tolstoi, Ana, interpretada por Greta Garbo, se lanza a las vías del tren después de descubrir los amoríos de su esposo; en la interesante El sabor de las cerezas (1997), del director Kiarostami, un hombre pide ayuda para llevar a cabo su propia muerte y posterior entierro; en Network (1976), un presentador de noticias en televisión, cuyo programa va a dejar de emitirse por tener bajas audiencias, decide anunciar en directo que va a suicidarse en uno de los próximos noticiarios que dará, esta interesante película merece más de un artículo dedicado a ella sola...

Nota personal. Hay quienes piensan que el cine es el culpable del aumento de suicidios en nuestra sociedad, y que son muchas más las películas que en las últimas décadas ahondan en este dramático tema que tratamos hoy, pues en anteriores épocas se evitaba cuestionar esta trágica salida, el cine era puro entretenimiento. Tal vez, hoy sea tan sólo una explotación de lo trágico lo que nos trae esta moda del suicidio en el cine. El ser humano está ávido de sentir, por él mismo o a través de las historias de los demás. La vida es demasiado corta para ponerle fin sin haber concluido todos sus episodios, seamos pacientes.  

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Idea que da miedo: El suicida está condenado a repetir su último acto por los siglos de los siglos.

Extracto de la película Constantine (2005)
En esta secuencia cinematográfica, vemos cómo Constantine realiza una visita al Infierno y consigue allí la muñequera de hospital del cadáver de una joven condenada a repetir su suicidio eternamente. Recuerdo los castigos que en el averno sufren los pecadores de la Tierra en la obra de Dante, La Divina Comedia (escrita entre 1304 y 1321). El adivino, por ejemplo, está condenado a tener su cabeza del revés y llorar lágrimas que caen sobre sus nalgas. El suicida permanece en el Bosque de los suicidas convertido en un espinoso árbol, picoteado constantemente por harpías que le infligen un tormento insoportable (Canto XIII: El Infierno). La religión católica introdujo la estremecedora idea de que el pecado se termina pagando en el Infierno. Suicidarse es un pecado para muchas religiones, el Corán nos habla de que los ángeles castigarán al suicida. Sin embargo, en algunas culturas, muchas de ellas orientales, el suicidio es una forma digna de escapar de situaciones extremadamente dolorosas o humillantes.

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