Hoy descubro en los telediarios a esta pareja de encima, que baila y festeja su memez mientras uno conduce el coche patrulla; su sitio: el Ayuntamiento de Cerdanyola del Vallès, Barcelona. Qué recuerdos me llegan de los niños gamberros de mi pueblo que querían ser policías.
Uno de los desengaños más grandes que tuve al dejar la niñez lo sufrí al conocer que algunos de los muchachos que nos tiraban piedras al salir del colegio anhelaban convertirse en policías. Este hecho, en apariencia puntual, significó un gran golpe con el pasar de los años en mi idealismo genético. Algunos de esos gamberros pueblerinos, capaces de romperte el cráneo con una piedra usando una envidiable destreza en el tiro y una puntería propia del far west, se convirtieron, ciertamente, en varios agentes de la ley y el orden del pueblo costero en el que me crié. No sé si sus inquietudes violentas continuarán en el punto donde quedaron allá por los años de su infancia, mucho han tenido que cambiar.
Tratándose éste de un sitio dedicado al cine, diré que podemos encontrar a policías semejantes en el séptimo arte, que no descuida representar cualquier realidad, por ejemplo en:
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