Póster publicitario de la cosa llamada Magic Mike (2012)
No pensaba hacer una reseña de
Magic Mike (2012), no
lo merecía, pero he leído varias críticas exagerando su valía y tengo que
contrarrestar ese
engaño, es como un deber que me obliga a decir la verdad: No
creas que este largometraje es una alegoría de algo. No creas que retrata una
realidad interesante o inquietante. Este filme (todo lo que contiene: guión,
iluminación, montaje, fotografía…), he de decir, forma un conjunto
llamado: grandísima
estupidez. No merece Steven Soderbergh, ni cualquier otro
director, que sólo por su nombre la crítica evalúe su obra benévolamente.
¿Acaso existe una crítica de grandes periódicos o revistas a sueldo de ciertas
productoras? En los últimos años, he llegado a creer que sí, bueno, a las
pruebas me remito.
Sólo encuentro en esta cinta unos diálogos artificiales,
manidos, y muchos culos masculinos en tanga, tales cosas aburren, pero hasta al
más tonto. Esto no es cine, es un desnudo tras otro. Aquí no hay séptimo arte,
señores, el cine tiene alma, esto es un saco lleno piedras.
Fotograma de la cosa llamada Magic Mike (2012)
Arriba vemos una instantánea de Magic Mike (2012), o cómo arruinar una preciosa imagen de día de playa por un nefasto director de fotografía (o por una extraña idea del realizador, no lo sabemos). ¿A qué viene ese filtro de luz? Levanta la cámara, que se vea el precioso paraje aunque sea en una toma aparte. Para un momento que no retratas culos y no muestras el mínimo interés en tu trabajo.
Si como espectador estás desorientado, te echo una mano, observa la factura:
le han colocado un filtro a gran parte de la filmación (tira a canelo, algo
amarillento) para darle un pseudo sello de calidad; la cinta intenta guiarte:
ante aquello que no provoca ningún sentimiento (aquí todo) te ofrece un
contraplano con una cara que arquea una ceja o muestra una sonrisa nerviosa (¿interesante? No); inserta
episodios incongruentes que no van a ninguna parte entre culo y culo; ofrece
ridículas frases como: “Tú tienes la polla, ella no”. Estimado lector, me
remito a uno de los más grandes cómicos, Richard Pryor, y a su genial visión de
la vida: en sus monólogos, es la chica la que dice: “Yo tengo el conejito… y es
bueno”. Esa es la verdad en la relación sexual hombre-mujer. El hombre es, por lo general, el que tiene la pulsión sexual monótona y constante.
A Matthew McConaughey le han quemado la oportunidad de hacer una buena
composición de personaje, su diálogo es corto y torpe, sus intervenciones están pésimamente
llevadas (en montaje y durante la filmación, por supuesto). Los demás
intérpretes: Cody Horn, Channing Tatum, Olivia Munn, Alex Pettyfer, Matt
Bomeer, Joe Mangianello, Riley Keough, etc., no han dado aquí muestras de ejercer
la profesión de actor.
Ah, que hay reacciones de los extras que durante el rodaje no se esperaban ciertas cosas, que el director quería captar su emoción real, oh, cine neorrealista... ¡Cuánta necedad! Lo que hubiera disfrutado un juglar de hace siglos componiendo una cántiga para semejante mojón.
No llamen a esto cine, por favor, esto es un
strip-tease rodado, otra
cosa.
¡Musas impiadosas, ruego acalléis pronto voces como estas en el arte
cinematográfico!
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