A veces me he encontrado con alguien, un familiar o un
conocido, viendo la televisión, puede que en casa, en el descanso de un trabajo, en
un hospital, en cualquier sitio, vaya, y le he escuchado decir algo así como: “
Mira,
una película antigua, qué tonterías tenían esas películas”, o: “
Eran
ingenuos en esa época para tragarse eso”. En algunas etapas por las que pasa el cine, como si fuera un ser vivo que se
nutre de lo que le rodea, pueden desarrollarse series de largometrajes con un mensaje
parecido; esto tiene una relación directa con el momento histórico en el que se ruedan, de ese modo, llegan a las pantallas con una misión concreta (su objetivo puede no
funcionar con nosotros, otro público lejano a su momento). Me gustaría
compartir con vosotros algunas de esas películas que pudieron llenar una
necesidad que tenía el público, y que, en ocasiones, no eran tan ingenuas ni
estúpidas, pues cumplían una misión de
esperanza, o de enviar un
mensaje
patriótico, acaso también de
hacer reír a una población que pasaba miserias y que
pedía ser feliz al menos una tarde al mes. Ahí va la pequeña lista:
Fotograma de la película El hombre mosca (1923), el que cuelga es Harold Lloyd
El cine nació como un entretenimiento. Desde el principio
juntaba los ingredientes que gustaban al público, dejaba al margen los
movimientos literarios, las escuelas filosóficas, los mensajes realistas o
deprimentes de los grandes pensadores,
el cine se concentraba en fabricar
sueños. ¿Sabéis por qué el cine mudo fue en su gran mayoría cómico? Tras la
I
Guerra Mundial (1914-1918), la gente quería evadirse, y qué te ayuda más a eludir
la realidad que una buena comedia: Roscoe Arbuckle
(ver nota 1), Charlie
Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Stan Laurel y Oliver Hardy, recorrían el
mundo en el interior de varios rollos de película, alegrando un poco las vidas de
millones de personas que habían perdido en la Gran Guerra a un amigo, incluso a un hermano, a un novio, a un padre, etc.
(sabemos que el dolor de perder a un hijo no hay arte que lo cure). Los
espectadores no necesitaban un drama, su vida era ya una tragedia.
Chico, Zeppo, Groucho y Harpo: Los hermanos Marx
Tras la gran depresión económica de finales de los años 20
del siglo pasado siguieron años de terrible escasez, la falta de trabajo y alimentos dejó a muchos americanos con una mueca triste en su rostro. Los
hermanos Marx llegaron primero con su vodevil a los escenarios de media América y
luego a las pantallas de los teatros con sus mejores gags. El público se
lo agradeció acudiendo en masa a las salas. Una entrada tenía un precio
más asequible por esas fechas, no existía la televisión ni el vídeo doméstico, y la
radio, aunque emitía versiones de las películas más populares, muchas veces con
las voces de los protagonistas originales, era el objeto más preciado, no todos
se lo podían permitir. Además, el poder del cine era mucho mayor.
Fotografía de promoción para la película Flying Tigers (1942)
A la llegada de la II Guerra Mundial (1939-1945), reclutar
soldados dispuestos a luchar por la patria se convirtió en una necesidad
primordial. Quién mejor que el Aquiles moderno para llamar al alistamiento de
masas: John Wayne. Tigres del aire (1942), en plena ebullición del
conflicto, contaba los antecedentes del enfrentamiento Japón-EEUU y fue una de
las numerosas películas que Hollywood usó para esparcir la propaganda
patriótica de apoyo a un país que requería urgentemente frenar la invasión
alemana en Europa y contestar a un caprichoso Japón que quería hacerse con el
pacífico; los aviadores de la unidad Flying Tigers eran voluntarios,
América aún no había entrado oficialmente en la Guerra; No eran
imprescindibles (1945) hablaba de sacrificio y fue estrenada el año de la
bomba de Hiroshima, tras la rendición de Japón, narraba hechos posteriores al
ataque japonés de Pearl Harbor (7 de diciembre de 1941). En estas y otras
películas de su tiempo, el héroe podía morir pero dejaba atrás una contribución
esencial para su país, un logro, un mensaje que significaba: lo que hacemos
está bien, es lo justo, liberamos al mundo de un mal. A veces el arrojo de los
valientes dura poco, y los que sobreviven, con numerosas heridas, muchas veces
lisiados para siempre, pueden recriminar al héroe que los animó a la lucha.
Ocurrió con John Wayne, al visitar a un grupo de veteranos de guerra en un encuentro que los
homenajeaba, fue abucheado por todos los presentes, ninguno
quiso escuchar su sermón.
Fotograma de la película It's a wonderful life! (1946) con James Stewart
Acabada la mortífera II Guerra Mundial, comenzó la
reconstrucción de un mundo derruido, las esperanzas eran todas, cualquier cosa
era prosperidad, edificios, plazas, fábricas, vehículos… estaban por levantar.
El hombre se adaptó pronto al carro de la ilusión, y quién mejor que el
fabuloso y buenazo a partes iguales de Frank Capra para liderar la oferta de
mensajes optimistas: ¡Qué bello es vivir! (1946) se quedó en la retina
de todos, el personaje que interpretaba James Stewart tenía una nueva
oportunidad para enmendar su vida, solucionar los problemas que le llevaron a
pensar en la muerte. Es una película llena de buena voluntad: la vida tenía sentido, después de todo.
Fotograma de la película All that heaven allows (1955) con Rock Hudson y Jane Wyman
En la época de mayor bonanza económica, los provechosos años
50, los espectadores empezaron a demandar dramas y ahí estaba Douglas Sirk para
dárselos. Sólo el cielo lo sabe (1955) y Obsesión (1954) son dos
esplendorosos ejemplos. No había mujer que no llorara viendo aquellos amores
imposibles entre Rock Hudson y Jane Wyman. Probablemente Sirk fue el mejor
director dentro del género dramático que tuvo Hollywood. Escrito en el
viento (1956) es también otra de sus obras maestras. Es esta la época en
que Alfred Hitchcock consigue llenar todas las butacas gracias a las grandes
dosis de suspense que ofrecía en películas como: Con la muerte en los
talones (1959). El espectador nunca estuvo más abierto a toda clase de
géneros: policiaco (Atraco perfecto, 1956), histórico (Ben-Hur,
1959), western (Río Bravo, 1959)… Había llegado la televisión y el cine
tenía que ofrecer algo más, sonido estereofónico, grandes paisajes, nacía el
cinemascope, la pantalla panorámica: La túnica sagrada (1953), todo un
canto a la épica religiosa que arrasó en las taquillas ese año.
Parte del póster original de la película Missing in action (1984). El cine más mentiroso
En la extraña y más dolorosa metedura de pata que
significó la Guerra del Vietnam, los EEUU, con la excusa de poner freno al
comunismo en Asia, intervinieron en Indochina sembrando muerte allá por donde
fueron. Su soldadesca fue terriblemente sacudida por los ataques de la
guerrilla del Vietcong. La edad media de los combatientes americanos era de 19
años, durante la Segunda Guerra Mundial había sido de 26. Acabado el conflicto
(que duró 10 largos años, 1965-1975), nació un subgénero cinematográfico:
Guerra de Vietnam, El cazador (1978) o Apocalypse now (1979)
muestran la cara amarga de la guerra y sus consecuencias. Lo peor de todo es
que hubo un tipo de cine, una propuesta del ala más conservadora de los EEUU, en
el que parecía que los americanos ganaban una guerra que jamás ganaron: Desaparecido
en combate (1984).
Tyrone Power en 1937, con 24 años de edad
Estos filmes que he expuesto son sólo algunos de los muchos
ejemplos que vienen a hablarnos de las ilusiones, miedos o deseos que ha tenido el público en
distintas épocas: el amor idealizado de Tyrone Power, para las mujeres, o el cuerpo
de Marilyn Monroe, para los hombres, estaban en la mente de muchos en la oscuridad
de la sala, las historias que vivían en la pantalla podían ser lo de menos, siempre que Tyrone conquistara a una damisela y se quedara con ella al final, y que Marilyn se contoneara un poco en cada película. Hemos visto juntos con qué sentimientos esperaban llenar una tarde
o una noche una vez al mes, o, con más suerte, una a la semana. Yo mismo ocupé muchos deseos y fantasías siendo un adolescente con cintas como Regreso al futuro (1985)
o El secreto de la pirámide (1985), que no eran otra cosa que cine de
evasión para adolescentes, con una buena historia, una ejemplar puesta en
escena, bien rodado, montado y publicitado, en definitiva: cine optimista, eso fue lo que me tocó en los 80. ¿Qué te ha tocado a ti?
(1) Roscoe Arbuckle fue expulsado de la meca del cine por
las acusaciones de violación y asesinato sin demostrar y de las que fue
absuelto, muchas de sus películas fueron destruidas.
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Tina Majorino (dedicado a la joven actriz. Su primera publicación fue en Lycos, en 2003).
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