En el programa
Negro sobre blanco de RTVE, el escritor
Fernando Sánchez Dragó en su entrevista al poeta maldito
Leopoldo María Panero comete los errores de casi siempre, enuncia una pregunta y cuando el entrevistado comienza a dar su respuesta le interrumpe para añadir más sustancia a la cuestión. Atropella al entrevistado, no le deja expresarse con la libertad que da el silencio del que debe escuchar. Luego también parece que le importa poco lo que cuenta Leopoldo, hombre sumido en una ausencia discontinua, internado por voluntad propia en un manicomio; pero aquí, cuando habla el poeta, a ninguno parece interesarle buscar significados a lo que dice. Me pareció reprobable la conducta de Dragó frente a Leopoldo. Ellos, los que allí participan, el director de cine Jaime Chávarri (autor de la cinta
El desencanto, 1976, que trata de la familia Panero), el también escritor, y biógrafo de Leopoldo, José Benito Fernández Domínguez y Dragó, tienen más interés en la figura como espectáculo o rareza de Leopoldo que en su pensamiento, éste realmente curioso e interesante, que tiene Panero antes y después de su alienación. Podemos ver el vídeo aquí:
Negro sobre blanco. Leopoldo María Panero. También podemos saber más de Leopoldo María Panero leyendo el siguiente cuaderno:
Aula de Filosofía Chávarri: El desencanto (1976).
***
Cuando el escritor
Juan Marsé (autor de importantes novelas como
Últimas tardes con Teresa,
La muchacha de las bragas de oro,
Rabos de lagartija...) se queja de que el cine no ha sabido adaptar bien sus novelas y que aquí, en España, no hay ningún Hitchcock para dirigirlas como se debe, a lo que contesta uno de los directores, adaptadores de su lenguaje novelístico al cinematográfico, Vicente Aranda, que en España tampoco hay un Balzac o un Flaubert, los dos tienen razón si hablamos del panorama actual, pero lo que no valora Marsé, que enfurece pronto por este asunto, es que muchos lectores de varias generaciones le llegaron a conocer por la propaganda que le hizo el cine:
El embrujo de Shangai (2002), por ejemplo, o la dichosa
Muchacha de las bragas de oro (1979), le hicieron una publicidad enorme, esas cosas no tienen que despreciarse, de eso come el autor, qué más hubiera querido algún escritor de los muchos que murieron en la penuria más absoluta que haber tenido ese pregón que es el cine anunciando su obra. Hay que estar más agradecido, por vida de...
Podemos leer las declaraciones de Aranda y Marsé en estos sitios de la Red:
El Mundo, Vicente Aranda arremete contra Marsé y el talento de los novelistas;
El Cultural.es, El problema del cine español no es la piratería sino la falta de talento.
***
El escritor de literatura infantil y juvenil (llamada LIJ por los expertos) Alfredo Gómez Cerdá se queja de que le pongan la etiqueta de eso precisamente: autor de LIJ. La explicación para este fenómeno de etiquetas es bien sencilla: hay cientos de escritores en esta nación, miles en el mundo, por lo tanto, la memoria del lector, limitada a lo humano, es incapaz de recordar a todos, y encima sus capacidades. Para poder llevar una cuenta de los autores que vamos conociendo, recurrimos a las etiquetas. Por ejemplo: Camilo José Cela, Nobel que escribió
La familia de Pascual Duarte; Nietzsche, gran filósofo que enloqueció tras escribir importantes obras filosóficas como
Así habló Zarathustra... Todos recuerdan que Pirandello escribió
El difunto Matías Pascal, pero pocos saben que escribió también la estupenda obra de teatro
Seis personajes en busca de autor. Esas segundas obras o capacidades, que desconocemos los que no nos adentramos en la obra y arte de un autor, no nos las perdemos por otra cosa que no sea la imposibilidad memorística y racional de saber mucho sobre cientos de autores. Por lo tanto, recurrimos a etiquetas. Paciencia, que sois muchos.
______________________________________________________________
Zona de anuncios
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Hola. Recuerda que todos podemos tener una opinión distinta. No recurras al insulto en tus comentarios o serán eliminados sin tenerlos en cuenta. Procura explicar tu punto de vista sin caer en la descalificación de los que no piensan como tú. Tenemos un cerebro para discurrir y trabajar con las ideas, somos algo más que puños y dientes. Gracias.