Susurrar una palabra al oído

Cartel de la película The sacrifice (Offret, de Tarkovsky, 1986)

La pequeña ilusión mía puesta en este cuaderno es la de susurrar alguna palabra al oído. De entre todas las que escribo, tiene que haber una que quede como un susurro en tu mente. No soy un pretencioso, antes alguien me susurró palabras a mí, a lo largo de los años, una vez en un programa de televisión que hablaba de cine, otra vez en una revista que contaba la vida de los actores, recuerdo una buena amiga que me enseñó a querer a los árboles, un amigo que me explica con facilidad asuntos filosóficos, muchos libros que dejan una semilla en mi interior que acaba germinando a veces a los años de acogerla... Esas palabras susurradas hablan de amor, de amor por las letras, por las historias de los demás, pero también hablan del amor necesario para superar las durezas de la vida, de la mierda que pisas una y otra vez casi a diario y te limpias y mañana vuelves a pisarla. De saber sentir el dolor ajeno, de saber sobrellevarlo, pero no sólo contemplativamente, sino con amor.

Las palabras susurradas no las elijo yo, las elige el azar.

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